El Valle del Cauca no está solo. En medio de la controversia que desató el presidente Gustavo Petro con sus mensajes en redes sociales y las revelaciones de un chat del ministro del Interior, Armando Benedetti, resulta necesario expresar con claridad el respaldo a la gobernadora Dilian Francisca Toro, quien ha defendido con firmeza los intereses del departamento y su autonomía frente a las presiones del poder central.

Lo que está en juego va mucho más allá de una diferencia política. La insinuación de que al Valle deben “parársele” las inversiones porque la bancada de un partido no apoyó una consulta promovida por el Gobierno es alarmante.

Que el propio presidente retome y avale públicamente ese mensaje, y además cuestione el liderazgo de la gobernadora por no alinearse, refleja una visión autoritaria que desconoce la esencia de la democracia: el derecho a disentir.

El desarrollo de los territorios no puede depender del grado de obediencia al Ejecutivo. El Valle, como cualquier otra región del país, merece ser tratado con respeto, y sus ciudadanos —más de 1,3 millones de los cuales votaron por Petro— no pueden ser castigados por decisiones legítimas tomadas en el Congreso.

La gobernadora Toro lo dijo con claridad: las obras que se le exigen al Gobierno nacional no son favores, son compromisos con la región.

En ese contexto, la bancada vallecaucana debe cerrar filas, más allá de las diferencias partidistas, para defender los intereses del departamento.

No se trata de enfrentarse al Gobierno, sino de exigirle que actúe con altura, que respete la institucionalidad y que entienda que gobernar es cumplirle a todos, no solo a los que le aplauden.

El Valle espera respuestas, no represalias. Y hoy más que nunca, necesita unidad.

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