Cali no puede seguir lamentando las muertes y los problemas que genera la guerra de las ambulancias.

Lo que ocurre en Cali con las ambulancias, además de peligroso, preocupante y lamentable, es profundamente vergonzoso, pues es producto de la mercantilización de un servicio tan importante como el de la atención prehospitalaria.

Aunque hoy la ciudad lamenta el fatal choque de dos de estos vehículos registrado ayer, en el que perdieron la vida dos personas y otras tres resultaron heridas, éste no es un problema nuevo.

Desde hace más de cinco años se comenzó a tener noticias de las competencias a toda velocidad, y en ocasiones a golpes, entre conductores y paramédicos por los pacientes víctimas de accidentes de tránsito, ¿la razón? Las comisiones que algunos reciben en clínicas que, según la gravedad del paciente, pagan por ellos, pues esto les permite prestarles una atención de antemano financiada por el soat.

Desde el anterior gobierno local se adelantaron acciones para poner orden en este tema, pero, pese a los esfuerzos, ha sido imposible que las ambulancias funcionen única y exclusivamente bajo la coordinación de una central que, según la proximidad, asigne el vehículo más cercano para transportar un paciente e, igualmente, asigne el centro de atención al que debe ser trasladado, pues en muchas de las quejas sobre el tema hay casos de personas accidentadas en el sur de la ciudad, donde también hay centros médicos, que son llevadas hasta el norte. La decisión de a dónde llevar al herido no depende de su gravedad, sino de cuánto y dónde le pagan a quienes lo transportan.

Como si lo anterior fuera poco, muchas de estas ambulancias funcionan sin los equipos necesarios y varias siguen operando pese a tener infracciones de tránsito pendiente.

Hay que poner orden, las ambulancias de Cali deben ser, como en todos lados, para salvar vidas, no para causar muertes.

Fotos Secretaría de Salud Pública

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