Si en Colombia no tuviéramos esa infinita capacidad de acomodarnos a todo y seguir viviendo como si nada, no nos habríamos aguantado el desgobierno de Petro y hoy estaríamos en estampida ante el tamaño de las cifras que nos ofrecen diariamente.

Quizás porque todo lo resumimos en estadísticas, la verdad es que nadie quiere aceptar que los índices de inseguridad están dados por el control cada vez más absurdo, pero cada vez más fuerte de las bandas criminales en ciudades y regiones enteras. Nadie cree las cifras que al respecto da la Policía.

Y cuando se trata de la actividad económica, es como si oyeran llover.

En Colombia a julio hay un bajón en la venta de viviendas del 62% y el 78% de las motos van sin Soat.

Y si a eso le unimos que la construcción de todo tipo, oficio que ocupa a miles de trabajadores, se ha derrumbado en un 41% ,sí que menos preocupa aun cuando eso significa que en por lo menos 250 mil hogares pasarán trabajos para completar el mercado.

Más grave socialmente, porque sus repercusiones son silenciosamente dañinas, resultan las cifras de una baja de 46% en la venta de vehículos nuevos y de 27% en la de vehículos usados.

Y si no nos asusta la inflación, pero la sentimos todos, ella va llegando al 12% anual.

Mientras tanto, las exportaciones han bajado 13.6% y las importaciones 29.4 %, las ventas del comercio ya registran un 11.9% de caída y se acerca al 5.0% el descenso en la producción industrial. Son más que nubarrones negros. Quizás nos estemos comiendo los ahorros, pero no nos estamos comiendo las uñas. Nada nos causa espanto. Ante lo malo preferimos reírnos de la vida, porque simplemente hemos cambiado el régimen de convivencia. Nos hemos ido acomodando y nos aguantamos sin chistar.

Vamos de culos para el estanco, nos hundimos, pero cagados de la risa…

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