Umberto-Valverde

Sonido Bestial

Sonido Bestial, la película de Sandro Romero y Sylvia Vargas, es un trabajo de una década de tenacidad por cuanto los realizadores de este documental encontraron problemas en el camino en cuanto a los derechos musicales. Una vez se encontraron en una fiesta y se comprometieron a hacer esta biografía musical.

Sandro, lo afirma, se formó en la música clásica y en el rock, la salsa le llegó por su mamá, Luz Estela Rey, por años directora del Teatro Municipal.

Richie Ray y Bobby Cruz vinieron a Cali por casualidad, porque Tito Puente tenía la agenda llena y los recomendó. Pocos hoy pueden contar las noches de la Caseta Panamericana en 1968 y 1969: yo fui todos los días. Para mí, que sólo había visto en vivo a un mito como Pérez Prado, la presencia de Richie y Bobby, fue un impacto tremendo. Su fuerza, su locura, el afecto que se entregan en tarima, marcaron una huella. Por eso cambié el título de mi primer libro de cuentos, Bomba Camará, publicado en México. Mi apreciado Emmanuel Carballo, editor y gran crítico literario, me insistió hasta el final que quitara esas palabras porque en México no decían nada. Años después, sobre los ochenta, con el prestigio de mi novela biografía sobre Celia Cruz, la diosa de la salsa, acordé hacer con ellos su biografía, pero nunca tuve tiempo para ir a Miami.

Sandro y Sylvia han hecho un trabajo con nivel internacional. Esto certifica mis planteamientos acerca de que la memoria de la salsa se encuentra en Cali y no en San Juan, La Habana o Nueva York. Desde aquí se han hecho las biografías de Celia Cruz, la Sonora Matancera, Arsenio Rodríguez y ahora la de Richie y Bobby, extraña pareja que se hizo un lugar en la historia de la salsa aunque se fueron de ella por 20 años. Demasiado e inexplicable.

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