Luis Ángel Muñoz Zúñiga

Setenta años de Andrés

Luis Ángel Muñoz Zúñiga

El 29 de septiembre se cumplen setenta años del natalicio de Andrés Caicedo. Es una fecha para una autocrítica en el sentido de que Santiago de Cali sigue en deuda de honrar la memoria del connotado escritor. No basta que se programen conversatorios con sus hermanas y con algunos pocos amigos, testimoniales y sobrevivientes, donde sólo se recuerden anécdotas del prematuro y suicida escritor caleño. Los líderes caleños del siglo pasado valoraron que Jorge Isaacs fuera el novelista y poeta romántico que a través de su obra literaria enalteció el nombre de nuestra ciudad del siglo XIX. En el parque principal, junto a la administración municipal, hay un monumento en homenaje a la vida y obra del escritor caleño. El teatro Jorge Isaacs, después del Municipal, es la sala más importante donde se organizan presentaciones culturales. Un destacado colegio también lleva su nombre. Y no faltó, cuando la ciudad empezó a extender su perímetro urbano, que el concejo municipal aprobara denominar a uno de sus primeros barrios: Jorge Isaacs. Además de estos reconocimientos culturales patrimoniales, en su homenaje, anualmente la Gobernación convoca al Concurso de Escritores “Jorge Isaacs. Era la otrora gratitud hacia el novelista y poeta caleño, aunque la lectura de “María” la hicieren los estudiantes sólo para cumplir con un programa académico. Mi premisa criticó que seguimos en deuda con la memoria de Andrés Caicedo, muy a pesar de que quienes asistíamos a su cineclub, ya seamos de la tercera edad, simultáneamente que nuestros nietos lo reivindiquen estampando su rostro sonriente en sus camisetas y los muralistas jóvenes quieran inmortalizarlo en varias paredes de la ciudad. Es cierto que junto a la plazoleta Jairo Varela se ubica una pequeña sala de cine que lleva su nombre, pero permanece cerrada. Andrés Caicedo fue un joven emblemático y polifacético, de la cultura caleña: actor y libretista, crítico de cine, cultor y guionista, cuentista y novelista. Si Jorge Isaacs con su única novela enalteció esa pequeña villa romántica del siglo XIX, que era Santiago de Cali, Andrés Caicedo, con su novela “Que viva la música”, le mostró al mundo la transformación cultural de esta ciudad, con una juventud rebelde que crecía entre los conflictos generacionales y se apasionaba por la música de Richi Ray. Andrés Caicedo en la historia de las letras colombianas fue pionero de la nueva corriente de la literatura urbana. Si nuestra ciudad en los setenta se afamaba con la salsa bailable, Andrés Caicedo con “Que viva la música”, demostró que la sucursal del cielo también tenía salsa para leer. No podemos desconocer que le honramos la memoria a Jairo Varela, a Piper Pimienta y a Jovita Feijó, pero la administración está en mora de erigir sobre un parque de la ciudad el busto del melenudo escritor caleño, que es emblemático entre los viejos y los jóvenes caleños. Un sitio ideal podría ser en el parque de los estudiantes, pues él también marchó aquel 26 de febrero de 1971 o, si no, otro lugar apropiado estaría en el parque del perro, pues precisamente a escasos doscientos metros estaba ubicado el teatro San Fernando, donde Andrés Caicedo dirigió el Cine Ojo de Cali.
Desde luego que tampoco basta con su perpetuación emblemática patrimonial, es necesario programar seminarios sobre su obra narrativa y su crítica cinematográfica. Muchos jóvenes se identifican con su obra narrativa porque se ven retratados en ella, pero también es necesario conocer la mirada de los críticos, que darían muchas luces para ir al fondo del contexto social caleño de los años setenta que inspiró a André Caicedo.

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