Ayer empezamos otra etapa de lo que será nuestra “nueva normalidad”, como la ha llamado coherentemente el alcalde Jorge Iván Ospina. Las empresas de infraestructura y manufacturas empezaron progresivamente a trabajar previo registro e implementación de sus protocolos de bioseguridad. Debemos reconocer el esfuerzo que vienen haciendo las administraciones. Nadie había sorteado una situación de estas características.

La pandemia ha obligado a cambiar en solo unas semanas las rutinas sociales y laborales que nos han regido durante décadas sino siglos. El último mes la prioridad fue preservar la salud. Ahora hay que salvar la economía. En esta fase el éxito de las medidas ya no dependerá de la rigurosidad de las autoridades sino de la responsabilidad de los ciudadanos.

Cali y el Valle han tenido la ventaja de contar con mandatarios preparados, entregados y coordinados que nos han permitido controlar la pandemia y reducir la pérdida de vidas. Es justo reconocer el trabajo de Clara Luz, de Jorge Iván, de los alcaldes de todos los municipios y de sus equipos de gobierno. Los periodistas somos testigos de los esfuerzos sobrehumanos que han hecho para sortear semejante catástrofe.

Ahora las miradas están sobre las empresas, pero tenemos que exigir también corresponsabilidad de los ciudadanos. ¿Estaremos a la altura? Nuestra tarea no es tan difícil. Los compromisos de quienes nos vayamos incorporando a las rutinas económicas son usar siempre el tapabocas, mantener el distanciamiento social, ser rigurosos en el lavado de manos, evitar las aglomeraciones y salir a la calle lo menos posible.

Juntos gobiernos, empresas y ciudadanos podemos combatir el coronavirus. El trabajo coordinado y a conciencia puede también “aplanar la curva” de la pandemia económica.

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