Qué horror!

Sí, es un miedo intenso y a la vez una sensación de repulsión, lo que sentimos las personas de bien ante el horrendo espectáculo de una serie de testigos falsos en un gran número de procesos penales, ante la Fiscalía General de la Nación y la misma Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia.

El último es el caso Colmenares, donde la misma Fiscalía reconoce la presencia de tres delincuentes que se prestaron para acusar falsamente a unos jóvenes y según información dada por los medios de comunicación, parece que dicho hecho se dio por la obstinación de un fiscal para obtener culpables no importando los medios.

Pero el caso Colmenares es uno de los pocos que sabe la ciudadanía y eso que en los últimos meses ya van varios y muy sonados, por lo que el refrán popular de que las \”cárceles están llenas de inocentes\” se está convirtiendo en la regla general en Colombia, debido a la torpeza por decir lo menos de los operadores penales en todos sus niveles.

Si se presentan pruebas falsas, es porque los operadores judiciales o no están técnicamente preparados, o porque les importa más presentar unas estadísticas que muestren condenas y sanciones disciplinarias a cualquier precio sin respetar el debido proceso, ni la ética y mucho menos la moral, porque lo que se necesita es mostrar \”sangre\” para que se dé la sensación de que los órganos de control sí atacan el delito y la corrupción, no importando cuántos inocentes tengan que pagar el presunto éxito de los investigadores de turno.

No es sino mirar una Contraloría General de la República, que impone suspensiones preventivas eternas, que sigue procesos fiscales contra funcionarios públicos que no cumplen gestión fiscal y nada pasa con dichos investigadores.
rbhenaoo@gmail.com

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