Algo diferente está ocurriendo en el mundo, sin embargo, sus causas no son nuevas. En los últimos días una ola de protestas se ha extendido por todo el planeta (Turquía, Brasil, Indonesia, Bulgaria y Egipto). Todas ellas por motivos que generan solidaridad y que muestran una problemática común en cuatro continentes.
Colombia no es ajena a esta primavera callejera. Fuertes demandas sociales se han hecho visibles desde gremios como los cafeteros, los papicultores, los cacaoteros y los transportadores. Políticas de gobierno tradicionalmente ajenas a las problemáticas sociales han generado protestas de los estudiantes, los indígenas en el Cauca, los controladores aéreos y hasta funcionarios de la rama judicial. Ahora, nos enfrentamos a las protestas de campesinos en el Catatumbo que demandan atención por parte de un Estado que ha olvidado que su territorio se extiende más allá de Bogotá.
Es cierto, algo diferente está ocurriendo en el mundo, sin embargo, sus causas han estado ahí por años. Las quejas por la desatención en infraestructura en las regiones, por los altos costos para el pequeño productor en el campo, por la ausencia estatal a lo largo del territorio colombiano, no son cosa de hace unos días. Lo novedoso es que las causas de estas protestas generan solidaridad alrededor del mundo; la convocatoria a estas huelgas se hace en redes sociales tan rápido, que olvidamos a sus organizadores. En fin, como lo afirma The Economist: lo novedoso es que las personas están encontrando una voz colectiva y unos intereses comunes que hacen que sus luchas deban ser atendidas y que los políticos encuentren soluciones y nuevas interpretaciones.
Ahora, la gente espera de los políticos algo mejor y su voz se convertirá en votos en las próximas elecciones. Bienvenido el debate nacional sobre una nueva forma de hacer política.
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