El principio de precaución contemplado en la Ley 99 de 1993 no lo cumplen a cabalidad las autoridades ambientales de Colombia, ha quedado como un adorno en el contexto de los principios generales, y estos según la hermenéutica deben ser aplicados a las normas sustanciales. La precaución en el Valle del Cauca ha sido nula en los últimos 9 años, por esta razón el Departamento se destruyó ambientalmente.
La reacción y la prevención son dos actuaciones ya ineludibles en las políticas públicas para enfrentar los desastres que, exigen inversión, acciones con recursos físicos, humanos y despliegue gubernamental. La reacción es obligatoria por un desastre ocurrido, se trata de ayudas, rescates y correcciones, pero todo está consumado. En cambio la prevención evita, minimiza, salva bienes y vidas. En el Valle del Cauca no se han evitado los desastres que produce el cambio climático, porque la precaución y la prevención han estado ausentes, por negligencia, desinterés o por móviles inversionistas: en contratos inocuos, inoficiosos y de saqueo gradual del presupuesto público.
El Valle debe aunar esfuerzos cumpliendo con el Sina, no solo para atender emergencias, sino para invertir en obras que prevengan los desastres e invertir y recuperar los ecosistemas alterados (bosques naturales, humedales, faja lateral de los ríos, páramos, etc.): con ellos se pueden evitar nuevos desastres. La resiliencia no es solo la capacidad de resistir que tienen los ecosistemas, ellos no pueden resistir más cuando se depreda antrópicamente y no se corrige, cuando se destruye y devasta sin control irrespetando el desarrollo sostenible por ausencia de planeación estatal.
A la resiliencia natural no se le puede asignar por si solo la imposibilidad de disolver detritus industriales, químicos, cargas pecuarias y empalizadas. Hay que fortalecer la prevención.
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