Miguel Yusty

Petro: yo no lo crié

Forma parte de “La historia natural de la infamia”, parodiando a Jorge Luis Borges, que en el ejercicio del poder, por parte de dinastías políticas económicas, haya desde tiempos inmemoriales ovejas negras que han desacreditado imperios y empequeñecido a los déspotas y tiranos más grandes de la historia.

Estos eventos de las ovejas negras alegran las historias adquiriendo perfiles novelescos, que hoy día son éxitos en la televisión y en las plataformas, al punto que la familia monárquica inglesa y la española, por ejemplo, son protagonistas de escándalos de todo tipo.

De estos descréditos no se ha salvado nadie, pero lo que sí es cierto es que las familias monárquicas o las dinastías políticas, sean de izquierda o de derecha, han protegido hasta el final a sus padres y a sus hijos, cuando han quebrantado los códigos de honor del ejercicio del poder.

En Colombia, López Pumarejo luchó hasta el final defendiendo a su hijo Alfonso López Michelsen, ambos expresidentes de la República.

Álvaro Uribe se ha batido por la honradez de sus hijos empresarios y tanto ellos como otros más no los han abandonado y mucho menos han dado luz verde para que la picota pública lo señale y los condene.

Todo esto me viene muy a propósito con la forma como el presidente Petro ha decidido cuadrar cuentas con su hijo, sindicado por su ex esposa como un traficante de dineros que recogió para la campaña de su padre a donde nunca llegaron.

Conocida como es la telenovela, y con estilo de cortesana, ha protagonizado la expareja del hijo del expresidente lo que nunca todavía se explica la opinión pública, es la disparidad de afectos y recuerdos que hay, entre el hijo y el presidente, pues mientras el primero relata con afecto y emoción su cercanía con el caudillo presidente, detallando su cercanía con la vida política de su padre y su papel de apoyo permanente desde que fue alcalde de Bogotá y en todos los episodios de la campaña presidencial y del ejercicio del poder, hasta que estalló el escándalo.

Nicolás siempre ha recordado con nostalgia, el supuesto y engañoso amor con que su padre lo protegió. La sorpresa es que Petro, como presidente ha negado, quizás recordándonos un poco a Pedro que negó tres veces a Jesús, pues nuestro presidente lo ha hecho una vez, al decir que no había tal cercanía con su hijo, pues él sencillamente no lo crio, no lo educó, no es responsabilidad de la toda la cadena de delitos de que hoy día es acusado.

Razón tenía el exmagistrado Gaviria, quien se quejó hasta el final de sus días de la traición de que fueron víctimas él y otros compañeros de viaje.

Pero lo que no esperaban los que votaron por Petro y mucho menos su hijo, es que lo fuera a negar desmintiendo toda la historia de cercanía que Nicolás ha relatado a los medios con el orgullo típico de los hijos negados y condenados como en la antigüedad a la bastardía.

El petrismo queda avisado de que el presidente no solo es capaz de negar la crianza de su hijo, abandonarlo y desaparecer de los recuerdos, si no bajar a unos cuantos que se subieron al bus del Pacto Histórico, apostándole a muchos años de sobrevivencia.

Los que no votamos por Petro lo hicimos por esta razón expuesta y por muchas más que hoy tienen al país navegando la incertidumbre de los parias, que han sido negados por sus progenitores.

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