La decisión del presidente de invitar a los gobernadores electos, según su mapa construido a partir de sus delirios con base en los resultados de las elecciones regionales, es un claro mensaje de que Petro sigue incólume en la aplicación de su proyecto para fracturar y dividir la unidad nacional, creando condiciones para que Colombia entre en un proceso de balcanización bajo el estruendo de las balas y el terror de los ejércitos privados de la economía del narcotráfico.
Este mensaje y el ejercicio de legitimar los tres grupos poderosos que controlan las más de 240.000 hectáreas sembradas de coca es igualmente otra pista que se puede leer en el proyecto de paz total, que viene elaborándose de manera minuciosa durante la campaña presidencial y ya en el ejercicio del poder, con las mesas de negociación tanto con las disidencias de las FARC como del ELN.
Un país que aceptó convivir con la expansión de los cultivos de coca como una cosa natural y corriente es una sociedad que va camino al caos, pues la suspensión de las fumigaciones, en mala hora decidida por el proceso de paz de Juan Manuel Santos, allanó el camino para que primero las disidencias, después el ELN y paralelamente el Clan del Golfo decidieran construir una agenda para de verdad controlar departamentos, ciudades y municipios, como efectivamente lo demuestran las asonadas al Ejército en distintas zonas del país, como la reciente de El Plateado y lo más grave de todo, la inmovilización táctica y estratégica de las fuerzas armadas.
Petro está jugando una partida que ya tiene antecedentes en la historia y es que, creando contextos de disolver los estados nacionales, se producen escenarios que, como el que está liderando Petro, lo privilegian a él como el salvador de ese caos que él ha creado, dándole curso a la igualmente llamada paz territorial, que es el sustento para darle legitimidad a los territorios que ya la economía del narcotráfico tiene determinados y establecidos.
El año de las próximas elecciones tendrá que enfrentar un país disuelto y dividido en muchas republiquetas que reclamaran bajo la égida del presidente Petro su autonomía y determinación sobre el rumbo del país.
Solo basta recordar lo que sucedió en Yugoslavia para saber lo que nos espera con esta escalada de cese de hostilidades que no son otra cosa que despejes para que los agentes de estos tres grupos armados controlen los presupuestos municipales y departamentales.
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