Maestros, a desempolvar la geografía

Si en otrora hubiese ocurrido el litigio jurídico geopolítico por San Andrés, entre Colombia y Nicaragua, sin lugar a dudas por iniciativa propia de las instituciones educativas este hubiera sido el tema de discusión, ineludible, sin importar que estuvieran próximas las vacaciones. Dibujábamos mapas impecables donde destacábamos el archipiélago. Pero nuestros jóvenes hoy sólo se percatan de la existencia de la hermosa isla al graduarse, eso si organizan su excursión hacia ese destino turístico. Esto ocurre por la errónea interpretación del nuevo enfoque de las ciencias sociales, cuando algunos docentes le restan importancia a la geografía, siendo que los lineamientos guían que se contextualice la asignatura con la historia y los problemas socioeconómicos nacionales, jamás desestimarla ni eliminarla.

La nueva geografía tiene que dejar de ser un mero inventario de climas, ríos y montañas. Las competencias que la asignatura debe formar entre los estudiantes, por ejemplo, será capacitarlos para que entiendan la importancia geopolítica de una isla de acuerdo a su ubicación marítima y que es objeto del ejercicio de la soberanía del Estado, garantizada por los tratados internacionales. Desde luego que la enseñanza de una geografía contextualizada en la realidad colombiana, no evitará que surjan problemas internacionales por disputa de territorios. Pero lo que sí es cierto es que un pueblo educado no quedará a merced de las leguleyadas y los ímpetus chauvinistas de los gobernantes, los diplomáticos y los legisladores. Un pueblo educado sí se opondría a que el Estado abandone en la miseria a algunos de sus territorios y al peligro de guerra entre vecinos. Maestros, a desempolvar la geografía.

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