Los estragos del \”serrucho\”

El serrucho ha sido, históricamente, un valioso instrumento con el que los ebanistas hacen bellezas. Sin embargo, es un término muy utilizado para destacar actos de corrupción entre los contratantes y los contratados, palabra que ya no se menciona tanto en  nuestro país porque lamentablemente, ese adjetivo, \”serrucho\”, se volvió costumbre y ya no nos parece extraña.

Por eso muchos nos preguntamos, entonces, quiénes armaron el \”serrucho\” para que los laboratorios farmacéuticos que funcionan en Colombia, nos vendan los medicamentos más caros del mundo, sin importar la condición o estrato social de los compatriotas.

Avergüenza demasiado que en países como Venezuela y Ecuador, por ejemplo, menos desarrollados que nosotros (el primero por culpa de Chávez), los precios de un renglón tan esencial como ese, estén muy por debajo de los nuestros, lo que significa que no existe control alguno al respecto, a pesar de la Superintendencia y el Ministerio respectivos.

No hay derecho que esto ocurra y más en una nación como la nuestra, donde la cháchara y la retórica de funcionarios y congresistas nos tienen anestesiados con tanto cuento.

Y lo triste es que cada día comprobamos que quienes aspiran, desean, quieren llegar a un cargo por elección popular o dan lo que sean por ocupar un cargo oficial importante, con las escasas excepciones que impone la regla, la cual también lo pone a dudar a uno, solo tienen en su mente el paradigma, el diseño o el interés intrínseco de hacerse ricos en corto tiempo, sin importar el daño inmenso que se le causa a la población y al desarrollo.

Todo aquello ocurre porque nuestra justicia sigue siendo ineficiente, preocupada porque no se les aprobó el alargue en la edad y el período legal, para poder jubilarse. Además, la cosa se puso peor, porque ahora, nos embobaron con el cuento de la paz con las guerrillas, la que está por verse.

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