Este tema del diálogo sobre la paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las guerrillas va a dar para largo. Ojalá los medios de comunicación no se vayan a dejar encasillar en él y se dejen de lado otros hechos de vital importancia, como son los problemas de índole social que de alguna manera están haciendo mella desde hace bastante rato, en la población más vulnerable del país. Afortunadamente, el presidente Santos ha dicho que habrá total discreción en las conversaciones. Eso es bueno, como es bueno también, que el grupo de negociadores por parte del gobierno sea direccionado por el exvicepresidente y exministro Humberto de La Calle Lombana, hombre serio, conocedor de la Constitución y que no traga entero; ya lo demostró cuando le renunció a Ernesto Samper, en esa época aciaga del proceso 8000. Para un hecho sensible como éste solo se requiere una mesa y cuatro asientos.
Ahora bien, los colombianos esperamos, con los sapos que nos tocará tragar, que el gobierno exija a la guerrilla, a medida que progresen las conversaciones, la liberación de todos los secuestrados y que se comprometan a no secuestrar más. Igualmente, la decisión del gobierno de no cesar en su lucha diaria contra los ataques de las Farc, es correcta, porque se evita, con un posible cese de actividades, que las guerrillas se fortalezcan. Por tanto, los colombianos esperamos buenas noticias sobre este importante hecho y que grupos como el PC3, fundado por el extinto \”Alfonso Cano\”, se acaben de una vez por todas, pues han hecho mucho daño desde el interior del Estado, donde laboran con propósitos funestos como juzgar y condenar a colombianos que de una u otra forma, luchan por que la patria salga adelante.
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