El presidente Bolsonaro puede ser destronado de su cargo por el mismo pueblo brasilero, por irresponsable e inconsecuente. Sigue sosteniendo que el covid-19 es “una gripita”, mientras sus compatriotas fallecen de manera alarmante. Afortunadamente, el de México, quién al inicio de la pandemia dijo lo mismo, corrigió sobre la marcha, al ver que los mexicanos empezaban a padecer los estragos del mal. Y ni qué decir de Donald Trump, quién tampoco le ha dado importancia a los letales efectos de tan mortal virus, hasta el punto de decir que los afectados se podían curar tomando límpido, pero en los últimos días, cuidando su reelección, ha ido cambiando, someramente, sus opiniones al respecto.
Claro que, en algunos Estados gringos, no deja de preocupar la actitud de muchos norteamericanos que de forma insolente y pendenciera, exigen terminar el confinamiento en su país, por razones económicas y sociales, sin importarles que su país sea el primero en infectados y en muertes. Esa es parte de su cultura, donde importan más los dólares que la salud, lo que quedó demostrado cuando Trump, recién posesionado, acabó con el proyecto de salud que Obama tanto luchó para que mucha gente, sin riqueza y latinos desprotegidos, pudiese tener seguridad social. Por eso en Nueva York fallecieron demasiadas personas, sobre todo de nuestro continente suramericano, que algún día llegaron allá a buscar nuevos horizontes.
Ahora estamos viendo algo similar en Colombia, donde algunos exigen acabar la cuarentena y normalizar el país, igualmente, por razones económicas, lo que nos indica que más vale billete volando que cementerio seguro.
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