Diario Occidente

La trascendencia del cambio

Víctor Manuel García

La actual situación por la cual atraviesa nuestro país y el mundo entero, nos pone en un escenario desafiante, que trae consigo grandes retos y que por lo tanto nos exige acciones distintas, nos exige transformaciones, nos invita a realizar y llevar a cabo las cosas de una manera completamente diferente. Nos lleva al estado natural, estado en el que sobrevive quien mejor se adapte a las circunstancias. Aquel que evolucione será quien saque réditos reales de la coyuntura.

En este sentido, el COVID 19 nos está mostrando la urgencia del cambio, de la transformación, de la imperiosa necesidad de mejorar, nos está delineando e indicando el camino hacia cambios estructurales, cambios que hemos venido aplazando desde hace varias décadas como humanidad, como país.

La pandemia nos ha mostrado la necesidad de ser mejores seres humanos, de ser mejores individuos, de ser mejores ciudadanos, y por ende, de contar con mejores líderes y gobernantes en los diferentes ámbitos territoriales.

Si queremos sobrevivir como sociedad, como país, debemos dejar atrás nuestra zona de confort individual.

Este cambio nos pone en primera línea una responsabilidad tácita: dejar de esperar siempre ayudas de terceros. Nos impulsa a dejar de culpar siempre al sistema, responsabilizando por todo al Estado, al Gobierno, e incluso a la misma sociedad. Es verdad, en muchas ocasiones hay grandes deudas de esos “otros”, pero también es cierto que en muchas otras nos ha faltado tomar la decisión de poner “manos a la obra” y hacer que las cosas pasen.

Como dijo en su momento con una frase sencilla pero memorable John F. Kennedy el día de su investidura como Presidente: “no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tú país”.

Claro, es difícil emprender cambios cuando las circunstancias son adversas, pero no significa que no traiga resultados positivos y transformadores. Hay que comenzar a ser conscientes que se debe iniciar desde lo micro para impactar en lo macro.

El cambio individual es importante no solo por la transformación personal, sino porque para poder generar evoluciones colectivas, el individuo debe estar inmerso y dispuesto a asumir los retos que eso conlleva consigo.

Es importante porque permea la sociedad en sí misma redundando en voluntad de crecimiento, solo hay que ver diversos ejemplos a nivel mundial, Corea del Sur, Japón, Polonia en los últimos treinta años, ejemplos que si bien son culturas e idiosincrasias diferentes, muestran la realidad de esa voluntad tomando la determinación de avanzar, de progresar, pensando en el largo plazo, con “ambición” de país, dejando a un lado en lo fundamental visiones cortoplacistas y superficiales.

En este sentido, en Colombia nos urge una reingeniería como sociedad, incluyendo las instituciones y al entramado social, político y económico, porque si queremos un país distinto, debemos pensar y actuar diferente. No podemos seguir en los círculos viciosos que nos han traído de la mano durante los últimos 200 años, círculos que a su vez, son potenciados y eternizados por la falta de interés del ciudadano.

Es cierto, esta columna no pretende dejar el mensaje que todo es malo, pretende dejar el mensaje que hay importantes oportunidades de mejora, y que esas brechas que se deben cerrar no lo van a hacer solas, hay que trabajar para lograrlo, hay que empaparse, no podemos seguir dejándole la responsabilidad al otro.

Estos cambios son necesarios para que periódicamente no estemos como sociedad buscando “debajo de las piedras” líderes que tomen banderas políticas e ideológicas en los momentos de elección popular, búsqueda que en ocasiones nos conduce a tomar preferencia por personas sin experiencia, y esta pandemia nos ha mostrado que el tener en el poder ejecutivo tomadores de decisión sin el recorrido suficiente, es un error que se puede pagar a un precio muy alto.

Los líderes se eligen para momentos de abundancia, pero especialmente para las circunstancias de dificultad.

Además de la experiencia, es fundamental que estos líderes no tengan tacha en su reputación personal y conyugal, y si bien es fundamental que en Colombia no existan los delitos de sangre, también es muy importante que si hay lunares familiares, estos se hagan visibles cuando el cargo sea de impacto nacional, no para llevar a la palestra pública y re-victimizar a la familia, sino para que su credibilidad y legitimidad no sea mancillada por hechos causados al fin y al cabo por terceros.

De las dificultades debemos extraer las oportunidades y la actual nos da el chance inmejorable de realizar un autoexamen para mejorar como país, como sociedad, como seres humanos.

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