La pregunta es otra, doctor Silva

Para nadie es una revelación que los más de nueve millones de colombianos que eligieron al presidente Santos, sufragaron para darle el triunfo al heredero de Álvaro Uribe Vélez. En ese momento el ex ministro de Defensa era visto como el mejor intérprete y ejecutor de la seguridad democrática.

Y el candidato Santos entendió, después del intento fallido de fabricar una identidad política propia en pocos meses, que lo que le convenía era convencer a los ciudadanos de que en sus manos estaría seguro el rumbo de la administración a la cual perteneció.

La columna de Gabriel Silva omitió la pregunta fundamental: ¿los que depositaron su voto para elegir al presidente Santos, querían la negociación en medio de las balas y las bombas de las Farc, o que esa organización dejara el terrorismo antes de sentarse en una mesa de conversaciones?

La diferencia es de fondo, y no puede olvidarse que el pronunciamiento, en favor de la continuidad, incluyó el mandato para hacer lo segundo. Sin embargo, eso no es lo que se está haciendo. Hoy ya se sabe que hay dos Santos: el destacado y eficaz ministro de defensa de Uribe, es uno. El otro, es el Presidente elegido.

El primero era muy afirmativo, en su condición de candidato, con respecto a los temas de la paz. El segundo se olvidó de los inamovibles, dejó de lado el concepto de la amenaza terrorista y se embarcó en una negociación en medio de la guerra.
Lo anterior no es poca cosa, ni el señalamiento de esa diferencia, para evitar la mención de más, puede pretender descalificarse con argumentos simplistas de corte electoral.

Por lo tanto, la pregunta es otra, doctor Silva.

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