La doble moral

Juan Camilo Vanegas

La moralidad, entendida como ese conjunto de normas, valores y creencias existentes y aceptadas socialmente, que sirven para determinar que está bien o mal en una sociedad, está en constante cambio y reinterpretación en Colombia. Pensando desde el deber ser, se podría plantear que existe una moral determinada por nuestras costumbres, enmarcadas en la Constitución Política, pero que dependiendo de los intereses que defendamos, acomodamos a nuestro beneficio. A eso es lo que llamo doble moral y en las últimas semanas nuestra agitada realidad política nos ha permitido evidenciarla. Inicialmente, en la posesión del Congreso, el Presidente se refirió a la congresista Aida Avella como “la vieja esta”. Inmediatamente los representantes de la oposición salieron a condenar esta expresión ante la opinión pública. Sin embargo, cuando la congresista Angélica Robledo, en medio del debate de un Proyecto de Ley en el Congreso manifestó “con estos hijueputas no se puede hacer nada”, el congresista Gustavo Bolívar y miembros de la oposición justificaron el madrazo en el sentido que se estaba torpedeando el debate de un Proyecto de Ley muy importante para reducir el salario de los congresistas.

A su vez, el Senador Gustavo Petro en varias ocasiones ha convocado a marchar en contra del gobierno, a pesar de la coyuntura ocasionada por la Covid-19, donde una de las principales recomendaciones es mantener el distanciamiento social. Estas iniciativas han sido fuertemente criticadas por el uribismo con consignas como “yo trabajo y soy productivo, yo no marcho, me quedo en casa”. Sin embargo, ahora que el uribismo está enfrentando la detención domiciliaria del expresidente Uribe, está convocando de manera activa a marchas en protesta por la pérdida de libertad del exsenador.

Entonces, es posible ver cómo, en nuestro país, tanto la derecha como la izquierda acomodan el discurso y utilizan la moral a su antojo para justificar las causas que defienden. Es ahí donde fallamos como sociedad, ya que por loable que sea el fin, si el método implica alguna injusticia, la decisión estaría perdiendo cualquier respaldo ético. De pronto a los colombianos nos hace falta dedicar un poco de tiempo a la reflexión y aprender de Sócrates quien había sido encarcelado injustamente y ante la propuesta de fugarse de su amigo Critón respondió “por tanto, tampoco si se recibe injusticia se debe responder con la injusticia, como cree la mayoría puesto que de ningún modo se debe cometer injusticia”.

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