La llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo trajo dolor, sufrimiento, humillación y muerte a los aborígenes que habitaban el Abya Yala, hoy continente americano.
A propósito de aborígenes, algunas personas aún creen que esta parte del mundo estaba totalmente deshabitada al momento de llegar el señor Cristóbal Colón a estas tierras, pero no.
Dice la historia que hace más de 20 mil años ya existían civilizaciones en esta parte del mundo.
En Monte Verde, Chile, se pudieron encontrar restos humanos de 18 mil años, y en Brasil, en un sitio conocido como Lagoa Santa, también encontraron vestigios arqueológicos y restos humanos con más de 20 mil años.
La ciencia precisa que en lo que hoy es Perú existió una civilización llamada los Carales, con más de 26 mil años de existencia.
En Mesoamérica se encontraron los Zapotecas, los Toltecas y los Olmecas.
Estos últimos, según las esculturas que se encontraron y analizando los rasgos físicos, eran negros.
Pueden ver más al respecto buscando “cultura olmeca” en Google.
Todo esto está respaldado científicamente y es evidente porque cuando llega el señor Cristóbal Colón, todo el continente americano estaba habitado por aborígenes desde Alaska hasta Tierra del Fuego.
En esta última región vivían los patagones, quienes sostuvieron cruentos combates en 1590 con William Adams, uno de tantos conquistadores.
En lo que hoy es Estados Unidos, no podemos dejar de mencionar una cultura aborigen llamada los Miccosukee.
Los ingleses los bautizaron así porque, al momento del avistamiento, estaban llenos de barro como los porcinos y bovinos, y parecían monos o micos. Entonces, dedujeron la palabra como “micos sucios”.
Sin lugar a dudas, hoy se puede decir que estas comunidades aborígenes vivían en sana paz y tenían sus propias reglas o leyes.
Cuando llegaron los conquistadores, de inmediato los obligaron a cambiar sus hábitos, principalmente la religión.
Esto último fue la gota que rebosó la copa, dado que los aborígenes eran míticos y esa fe era tan ferviente que incluso daban su vida por ella.
A propósito, hoy hablaremos de uno de los caciques taínos más reconocidos de La Española, hoy República Dominicana.
El cacique taíno Hatuey
Hatuey fue un cacique taíno proveniente de la isla de Quisqueya, que luchó contra los conquistadores españoles en esa isla (actual República Dominicana y Haití) y en Cuba.
Es conocido por el título histórico honorífico de Primer Rebelde de América.
Arribó a Cuba después de ser expulsado por los conquistadores de su lugar natal (dividido hoy en dos estados diferentes: Haití y República Dominicana).
Entró en contacto con las diferentes tribus de indígenas taínos que había en el territorio oriental de la isla y les aconsejó que se preparasen para la lucha contra los españoles.
También les comunicó que se deshicieran de todo el oro que poseyeran, arrojándolo a los ríos, porque ese era el dios de los blancos.
Después, fue puesto al frente de todas las tribus de la región y comenzaron a atacar a los españoles que se habían asentado en Baracoa.
Por su parte, Bartolomé de Las Casas más tarde atribuyó el siguiente discurso a Hatuey. Les mostró a los taínos de Caobana una canasta de oro y joyas, diciendo: “Este es el Dios que los españoles adoran. Por esto pelean y matan; por esto es que nos persiguen, y es por ello que tenemos que arrojarlos al mar. Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden romper.”
De inmediato, Hatuey ordenó a sus hombres que se dividiesen en pequeños grupos y comenzaran a atacar a los españoles por sorpresa, valiéndose de palos, piedras y flechas.
Pero los españoles, dirigidos por Diego Velázquez, quien conocía las tácticas de los indios, se dedicaron a erradicar poco a poco a cada uno de los grupos rebeldes, apoyándose en una abrumadora superioridad tecnológica (perros rastreadores, armas de fuego, ballestas y corazas).
Paulatinamente fueron erradicados los grupos rebeldes, hasta que mediante la delación de unos prisioneros lograron capturarlo.
Hatuey es quemado vivo atado a un árbol
Hatuey fue condenado a la hoguera, castigo reservado a los más viles criminales.
Pero cuando estaba a punto de ser quemado, el padre Olmedo descaradamente le preguntó si quería convertirse en cristiano para subir al cielo.
Hathuey les preguntó: “¿Y los españoles también van al cielo?” y al recibir una afirmación, dijo luego el cacique, sin más pensar: “No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente.”
Su actitud demostró una gran valentía y decisión al intentar luchar en inferioridad contra un enemigo mucho más poderoso.
Este ejemplo sería retomado más tarde por el cacique Guamá. Actualmente se acepta que la ejecución se llevó a cabo en un lugar ubicado en la actual provincia de Granma, perteneciente a la zona oriental de Cuba.
Hoy se puede decir que en el poblado de Yara, en las márgenes del río del mismo nombre, y en el supuesto lugar donde ocurrió el asesinato del reconocido cacique taíno, se ha levantado un monumento para que las nuevas generaciones puedan tener ilustración acerca de este destacado líder aborigen inmisericordemente asesinado por los españoles.
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