Filbo

Leonardo Medina Patiño

Colombia, cada vez más, se posiciona en el ambiente de las ferias del libro en Iberoamérica. Acudí, como cada año, a la Feria Internacional del Libro de Bogotá y quedo siempre perplejo.

Las largas filas de jóvenes, ancianos, mujeres, trans, punk, embarazadas, papás con sus niños, etcétera, hacen que esta fiesta anual de las letras se vuelva imprescindible.

Quedo asombrado con el escritor Mario Mendoza, es una máquina imparable de hacer literatura para jóvenes. Ya hace muchos años hizo click con los lectores de cierta franja de edad. Desde el viernes al domingo se sienta en el stand de firma de libros y no cesa en consignar dedicatorias que los adolescentes le piden, y hacen filas de horas para acercarse a estar con él, y tomarse la foto de rigor con el libro preferido de su autoría.

Nuevamente Fernando Vallejo llegó con su diatriba, esta vez titulada “Memorias de un hijueputa”, que nos deja con la boca abierta con su impecable narrativa.

Filólogo sempiterno que muestra con espejo aumentado nuestra realidad, y nos dice lo que sabemos, pero no queremos escuchar o ver. Complace saber que Cali y el Valle del Cauca hacen su aporte a la literatura en la FilBo. El médico William Vega presentó su reciente novela “Misa perversa” que nos trae secretos de añejas sociedades que él denomina “los que saben callar”.

Me dio el honor de prologar su libro. También está el gran Medardo Arias-Satizábal con su “Cha-cha-chá del diluvio”, obra que es la base del espectáculo de “Delirio. Carpa, circo y orquesta” del mismo nombre.

Nuestra feria del libro en Cali y “Oiga, mire, lea”, también se han posicionado en este tipo de encuentro de escritores y lectores, donde en comunión fortalecen ese espíritu al que convocan las letras con una mirada diferente, siempre propositiva sin caer en el “calibalismo”.