Es la hora de llamar a cuentas

Wilson Ruíz

“La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público”. Si esta disposición establecida en el artículo tercero de la Constitución Política se aplicara de manera taxativa, seguramente contaríamos con unos servidores públicos cumpliendo cabalmente con sus funciones, porque tendrían la obligación de rendir cuentas.

Una de las causas de la corrupción y de instituciones ineficientes, es el ‘poder absoluto’ que creen tener quienes tienen cargos de influencia, disponiendo a su antojo de los recursos a ellos encomendados. El funcionario cuando se posesiona obtiene la representación de un pueblo, de donde emana el poder.

Por eso es tan importante que el ciudadano sea consciente de la posición que debe adoptar al momento de acudir a las urnas, pues en ese acto está delegando el poder que le otorga la Constitución.

Todos deberíamos practicar una vigilancia sobre las personas a quienes confiamos la responsabilidad de ejercer las funciones públicas, si así se hiciera, las campañas políticas no tendrían las mismas promesas incumplidas de cada periodo electoral.

Si la vigilancia es juiciosa, habría que revisar las tareas hechas por los dirigentes políticos, cuáles de los compromisos no fueron realizados y las razones, y qué acciones adelantó que no estuvieran enmarcadas dentro de sus facultades.

Los electores antes de dirigirse a las urnas, tienen el deber de hacer una evaluación sobre la trayectoria de la persona que los va a representar, y los candidatos no pueden olvidar que la rendición de cuentas sobre la gestión que desempeñen, constituye una herramienta importante para el sostenimiento de la democracia.

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