Desigualdad y pobreza

Desalentadoras las cifras del informe presentado en el pasado Congreso Nacional de Infraestructura por el observatorio Urbano de las Naciones Unidas sobre el estado de las ciudades latinoamericanas y en especial de las colombianas. El informe hace énfasis en la pobreza y sobre todo en la inequidad persistente. El déficit de empleo y la informalidad laboral, que se concentran en los jóvenes y las mujeres, son las razones de esta situación. Más allá, el informe arroja otras conclusiones sobre la desigualdad, señalando que se presenta con mayor agudeza en ciudades divididas social y espacialmente. En épocas recientes Colombia ha mostrado orgullosa sus índices de crecimiento que ubican nuestra economía dentro de las cuatro mejores del continente; lo que no dicen las autoridades monetarias es que en términos de pobreza y de desigualdad nuestro país se ubica al lado de Guatemala y República Dominicana, dos de las economías más débiles. Tampoco se dice que Medellín es la ciudad latinoamericana con mayor desigualdad y que Cali es la segunda en Colombia. Desafortunadamente, la visión de las autoridades es muy limitada frente a la magnitud del problema. El observatorio de las Naciones Unidas plantea la necesidad de fomentar polos económicos alternativos, la consolidación de nuevas configuraciones urbanas, la interconexión entre ciudades para mitigar el riesgo y mantener su competitividad. El organismo también plantea como principal amenaza para salir de esta situación la debilidad y falta de preparación de los gobiernos locales para asumir los cambios. Según la ONU, para superar la desigualdad las ciudades deben mejorar el hábitat, brindarles a los ciudadanos el acceso a bienes y servicios (de educación, salud, financiamiento, etc.) y generar oportunidades de empleo, entre otros. En ese contexto, ¿Hacia dónde va Cali? ¿Estamos haciendo de manera consciente todo lo necesario para salir de ese deshonroso segundo lugar? ¿Cuándo?