Conciertos y luces

La semana pasada Medellín tiró la casa por la ventana. El concierto de Madonna y el encendido del alumbrado navideño captaron la atención de miles de colombianos. Se estima que estas actividades le dejaron a la capital antioqueña 17 mil millones de pesos de ingresos, atrajeron la visita de 30 mil turistas, generaron 1.500 empleos directos y 7.000 indirectos. Cifras nada despreciables y que invitan a reflexionar sobre las vocaciones de las urbes modernas. Sin duda, las ciudades deben impulsar el establecimiento de nuevas empresas y captar la atención de los inversionistas pero no pueden perder de vista la importancia que tiene el turismo como propulsor de la economía. La realización de grandes eventos es una estrategia infalible para movilizar visitantes. Desafortunadamente, Cali ha desaprovechado históricamente esas oportunidades. La falta de promoción es la constante de nuestras actividades. La feria de Cali, el Petronio Álvarez, el alumbrado navideño y los campeonatos deportivos son eventos atractivos para visitantes nacionales e incluso extranjeros, pero hay que saber venderlos. Cali no puede seguir pensando solo en su parroquia. Como decían las abuelas: \”quien no arriesga un huevo no tiene una gallina\”. Sin duda, la falta de recursos y la austeridad son argumentos válidos pero el ritmo que impone el desarrollo no da espera. Cali tiene excelentes proyectos y buenas intenciones pero durante el 2012 se movió a un paso lento. El siglo XXI ha impuesto una carrera vertiginosa por el éxito, en esta era no hay mucho tiempo de pensar, hay que actuar. Los caleños no podemos perder de vista que en tiempos de apertura la competencia ya no es entre países sino entre ciudades y que en nuestro caso Medellín, Bogotá, Bucaramanga y Barranquilla van tras los mismos recursos. Los conciertos y los alumbrados de los demás me dejan un sinsabor. Hoy siento envidia de la mala.