Ciudadanía que despierta

Daniel López

Una persona que respeto y admiro mucho una vez me dijo: “nos acostumbramos a vivir sin el gobierno”, ese conjunto de instituciones que creamos para vivir de manera ordenada en sociedad y para administrar los recursos de una comunidad en bienestar de ella misma. No falta a la verdad dicha aseveración; realmente, cada vez hay más desconfianza de lo público, del vivir en comunidad.

El respeto social, aquella máxima que plantea que debemos tener empatía por nuestros vecinos para poder convivir, se desconoce día a día. Pareciera que las ciudades no son habitadas por ciudadanos, sino por personas que piensan que cada una tiene más libertades y beneficios que la siguiente.

Reclamamos nuestros derechos como inviolables y nuestras libertades como inquebrantables, por lo que no estamos dispuestos a ceder, un centímetro, por lo que nuestro vecino necesite. Es como si no quisiéramos hablarnos para no tener que escuchar lo que los demás tengan para decir.

A pesar de todo esto, he visto con absoluta emoción y esperanza que hay una ciudadanía,
en uso del total significado de esta palabra, que despierta.

Cada vez son más las personas a las que les preocupa lo público, que les interesa que las cosas se hagan bien y de manera transparente, a quienes les duele ver las injusticias sociales, el hambre, el abandono, la violencia.

Son más las personas que reclaman que se cumplan las normas, que se respeten los semáforos, que se recuperen los espacios públicos, que reviva el civismo. Cada vez son más los que se atreven a cruzar las fronteras de su vida, para reconocer e interesarse por las personas que existen a su alrededor.

Debemos sumarnos a estos indivíduos que, nos muestran con su ejemplo que sí existen los liderazgos políticos y sociales honestos; que hay personas que trabajan día y noche por el bienestar de quienes más lo necesitan; que hay empresarios preocupados por el bienestar de sus empleados, de la comunidad y de sus clientes; que hay un futuro positivo para todos nosotros.

Para ser parte de esta ciudadanía, lo primero que debemos tener claro es que todos tenemos que ceder un poco para lograr consensos.

La mejor manera de sumarnos y recuperar nuestro sentido social es participar, es interesarnos por lo que pasa a nuestro alrededor y dejar de ser indolentes ante la violencia, la corrupción, y los demás males que carcomen nuestro bienestar.

Alzar la voz, recuperar nuestras instituciones y protegerlas debe ser nuestra consigna, aún estamos a tiempo de retomar el curso correcto de nuestra comunidad.

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