Biblioteca II

Leonardo Medina Patiño

Continúo ordenando mi biblioteca. Seguí con poesía. Allí me regocijé volviendo a Gómez Jattin, quien me recuerda “si mis amigos no son una legión de ángeles clandestinos, ¿qué será de mí?”, y lo ubico al lado de Bonnett, Roca, Verlaine, Betsimar, para que sigan embriagados de palabras y evocaciones.

Me inventé una categoría, autores de Cali. Y Allí va José Ramón Burgos, Oscar Hernán Correa, Armando Barona Mesa, Óscar Olarte, Fabio Martínez, William Vega que es de Buenaventura, pero ya es hijo de Cali. Digo estos autores, quedándose algunos por fuera del listado, porque ya Cali tiene escritores con obra sólida que no caben en estas apretadas líneas, pero sí en mi biblioteca y mi corazón. No podía quedarse por fuera Gardeazábal, que tiene campo especial en mi estudio, porque ya su obra ha superado las fronteras.

Ataqué luego los libros de derecho. Y allí también empezó una angustia. Javier Tamayo Jaramillo con sus grandes tomos de responsabilidad extracontractual, al que he dedicado muchas horas de estudio, tiene especial campo en la biblioteca. Y allí lo acompaña desde hace varios años, aunque estaba algo lejos, Dávila Vinueza e Iván Darío Gómez Lee, enseñando desde sus páginas sobre contratación estatal.

Estoy dejando uno o dos niveles para los títulos de derecho-médico, que son los faros que consulto a diario, que me permiten saber que la medicina y el derecho son una manera de querer más a la humanidad.