Luis Ángel Muñoz Zúñiga

Antibiótico en la pandemia

Luis Ángel Muñoz Zúñiga

Mea culpa haber insinuado en “El humor en los tiempos del Covid-19” que sólo la risa sea capaz de mitigar la tristeza. Olvidé la poesía, imperdonable.

El humor es bálsamo, la poesía es antibiótico. Me preguntarán dónde dejo las canciones, pero resulta que ellas son poemas vestidos de música. Ofrezco aplausos merecidos a la Secretaría de Cultura del municipio por los conciertos online. Reivindico la poesía desnuda porque el vestido sonoro a veces distrae que apreciemos el sentimiento de los versos.

Despojándoles de las vibraciones físicas del sonido, descubriremos que las metáforas tienen su propia música. El oído oye los sonidos instrumentales, el corazón escucha la música de las palabras. Respeto la sensibilidad de cada persona, pero confesando hoy mi experiencia personal subsanaré mi ingratitud ante los poetas, especialmente con Pablo Neruda. Seré infidente de nuestra relación. Lo conocí romántico y militante, pero esta semana cuando leí su elemental “Oda a la vida” lo descubrí como poeta vital.

En mi confinamiento debido a los días aciagos de pandemia, leyendo su verso hallé el antibiótico contra la tristeza, impotencia e incertidumbre: “Oh vida,/ copa clara,/ de pronto/ te llenas de agua sucia,/ de vino muerto,/ de agonía, de pérdidas,/ de sobrecogedoras telarañas,/ y muchos creen/ que ese color de infierno/ guardarás para siempre./ (…) No es cierto./ Pasa una noche lenta,/ pasa un solo minuto/y todo cambia./ Se llena/ de transparencia/ la copa de la vida. El trabajo espacioso/ nos espera./ De un solo golpe nacen las palomas./ Se establece la luz sobre la tierra”. Te lo comparto, aplícatelo también.

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