Cali, noviembre 6 de 2025. Actualizado: jueves, noviembre 6, 2025 22:08
Francisco Sadoct Alzate Jaramillo es ingeniero, tecnólogo en deporte y administrador de un centro médico.
En 2024, una protesta a la IPS en la que labora cambió su rumbo. Entre las quejas de atención, madres de niños con autismo reclamaban por las demoras en el agendamiento de citas.
Francisco decidió escuchar más allá de los reclamos. Acompañado por una neuropsicóloga, detectó una necesidad no clínica: los niños requerían espacios de esparcimiento y movimiento, fuera de las paredes de los consultorios.
Su amor por el fútbol y el sueño de tener una escuelita propia convergieron con esta necesidad social. Antes de actuar, se formó un año completo en abordaje terapéutico del autismo, tanto en Colombia como en Estados Unidos.
Paralelamente, estructuró una metodología que une el enfoque deportivo de la Federación de Fútbol de Estados Unidos con los principios del método ABA (Applied Behavior Analysis), utilizado en terapias para niños dentro del espectro autista.
Así nació el laboratorio de fútbol “Soccer4All_Lab“, un proyecto gratuito, sin fines de lucro, que actualmente acoge a 25 niños con habilidades cognitivas especiales, como autismo, síndrome de Down y enfermedades huérfanas.
En simultáneo, fundó la organización Fundación ECEA (Enseñando con el Alma), registrada legalmente, para sostener la iniciativa.

El objetivo de Francisco no es formar futbolistas de élite ni competir por medallas. “Este proyecto es de sonrisas”, repite. Su modelo de entrenamiento, basado en “Play-Practice-Play“, permite que desde que los niños llegan, entren en contacto con el balón.
Jugar es la prioridad. Francisco rechaza el enfoque tradicional de calentar, formar filas y esperar instrucciones.
Su experiencia le demuestra que los niños aprenden mejor imitando a otros que observando pictogramas o siguiendo comandos verbales.
El proyecto no busca integrar a los niños con habilidades especiales a un entorno convencional, sino crear un entorno exclusivo, diseñado para ellos, donde todos comparten condiciones similares. “Aquí todos los niños tienen una condición. Esto no es inclusión por foto. Esto es inclusión real”, dice.
Las sesiones, que se realizan martes y sábados, también permiten a los padres descansar, socializar o simplemente observar.
Francisco destaca que la cancha se convierte en un espacio de recreo no solo para los niños, sino también para sus familias. Esa es su mayor motivación: ver sonrisas en los rostros de los niños y alivio en los de los padres.
La evolución de los participantes no se mide por goles ni habilidades técnicas, sino por logros sociales y conductuales. Padres que antes no se atrevían a dejar a sus hijos solos en un espacio abierto, hoy los ven correr libremente.
Francisco reconoce que el progreso no es lineal ni cuantificable, pero se manifiesta en pequeños grandes gestos: un niño que prepara su maleta desde el viernes, otro que ayuda a su compañero, otro más que simplemente quiere saludar a todos. “Lo importante es descubrir qué le gusta a cada niño y trabajar desde ahí”, explica.
El compromiso de las familias es clave. Aunque el proyecto es gratuito, Francisco considera que esto mismo es un filtro: quienes asisten demuestran compromiso genuino con sus hijos. “Llevar a un niño a las 8 a. m. un sábado habla de amor y dedicación. Aquí nadie viene obligado”, afirma.
A pesar del crecimiento, el proyecto no estuvo exento de obstáculos. Su propuesta fue rechazada por la Escuela Nacional del Deporte y su misma IPS.
Las madres que inicialmente protestaban tampoco se vincularon. Sin embargo, por voz a voz, otras familias comenzaron a llegar, provenientes de distintas IPS de Cali.
Hoy, “Soccer4All_Lab” es un punto de encuentro para decenas de niños que antes solo tenían consultorios como espacios de atención.
Francisco llevó a sus jugadores al estadio del Deportivo Cali, a paseos recreativos en Buga y hasta a entrenamientos en canchas sintéticas, donde no solo practican fútbol, sino también aprenden a convivir, compartir y comunicarse en un ambiente seguro.

El contacto se realiza exclusivamente por Instagram, a través del perfil @soccer4all_lab. Allí las familias interesadas pueden conocer más sobre el proyecto y escribir directamente a Francisco, quien responde cada mensaje personalmente. “Prefiero un solo canal para no perder ningún caso”, aclara.
Aunque la escuela está abierta para niños desde los 4 años en adelante, Francisco no discrimina por edad. Uno de los asistentes más constantes tiene 33 años. “Lo importante es que se sientan bienvenidos”, asegura.
En medio de las dinámicas lúdicas, las actividades físicas, las carcajadas espontáneas y los abrazos improvisados, Francisco ha construido mucho más que una escuela de fútbol.
Ha creado una comunidad. Una donde las habilidades distintas no se corrigen, se celebran.
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