Cali, febrero 17 de 2025. Actualizado: sábado, febrero 15, 2025 00:00
En un rincón de Cali, donde las vidas a menudo se enfrentan al olvido, Samaritanos de la Calle se convierte en un pilar de apoyo y transformación.
Con más de 25 años de servicio, esta Fundación construyó un camino que conecta la dignidad con la inclusión, cambiando la realidad de los habitantes de calle y otras poblaciones vulnerables. Su historia es un testimonio de fe, compromiso y resiliencia.
El origen de Samaritanos de la Calle tiene un tinte universal. Durante sus estudios en Roma, el sacerdote fundador, José González, fue testigo del trabajo incansable de la Madre Teresa de Calcuta, quien salía diariamente a las calles para atender a personas olvidadas por la sociedad.
Esa experiencia marcó profundamente su visión y, al regresar a Colombia, decidió replicar ese modelo en Cali.
La oportunidad llegó durante una misa en el Divino Niño en 1998, cuando invitó a los asistentes a trabajar juntos por los sueños colectivos.
Médicos, psicólogos, amas de casa y trabajadores sociales respondieron al llamado, iniciando un movimiento que con los años se convertiría en un referente de solidaridad.
Desde entonces, los “martes de Samaritanos” se establecieron como un espacio semanal para acompañar a quienes más lo necesitan.
En los primeros años, la Fundación centró sus esfuerzos en brindar asistencia básica: comida, ropa y abrigo para las personas en situación de calle.
Sin embargo, pronto comprendieron que la transformación requería más que cubrir necesidades inmediatas.
Fue entonces cuando comenzaron a explorar modelos internacionales de intervención y a desarrollar su propia metodología, basada en la escucha y la dignificación.
Los martes tienen un significado especial en la Fundación. Desde su creación, este día se dedican a visitar a los habitantes de calle, compartir agua de panela y conocer de cerca sus historias.
Para los voluntarios, no se trata solo de dar; es un espacio para aprender sobre la realidad de una población que a menudo es invisibilizada.
A lo largo de los años, los martes de Samaritanos se mantiene como una tradición ininterrumpida, reuniendo a veteranos y nuevos voluntarios en un acto de conexión humana.
La labor del voluntariado se diversifica en cinco frentes principales: apoyo en los recorridos de martes, preparación de alimentos, gestión de donaciones, atención interespecie y formación espiritual.
El impacto de este trabajo no solo se mide en cifras, sino en las historias de vida que logra transformar.
Por ejemplo, los niños que se preparan para su primera comunión encuentran en la Fundación un espacio de apoyo y celebración.
Además, el voluntariado ofrece a quienes participan la oportunidad de replantear sus perspectivas y fomentar una visión más inclusiva de la sociedad.
En su apogeo, la Fundación llegó a contar con 600 voluntarios organizados en 31 grupos, encargados de distintas áreas de atención.
Aunque la pandemia de 2020 afectó la participación, actualmente más de 200 personas siguen comprometidas con la causa, trabajando en equipo para llevar esperanza a quienes más lo necesitan.
La evolución de Samaritanos no se detuvo. En 2017, la Fundación consolidó un sistema de atención integral que abarca siete dispositivos, diseñados para atender las diversas necesidades de los habitantes de calle.
Desde servicios móviles hasta hogares de paso, este modelo permite ofrecer apoyo en diferentes niveles de complejidad.
El dispositivo móvil es una de las innovaciones más representativas. Inspirado en estrategias implementadas en Brasil, este servicio lleva duchas, lavandería y alimentos directamente a las zonas más vulnerables de la ciudad.
Esto no solo mejora las condiciones básicas de vida, sino que también representa un primer paso hacia la inclusión social.
Para quienes desean llegar a una nueva etapa en su vida, se ofrecen centros de acogida y hogares de paso, donde los participantes reciben formación técnica y apoyo para integrarse al mercado laboral.
La Fundación también da prioridad a programas de atención interespecie, reconociendo la importancia de los animales de compañía para los habitantes de calle. Estos servicios incluyen guarderías para mascotas y atención veterinaria, lo que refuerza el vínculo emocional y facilita la reintegración social.
Samaritanos también enfrentan el reto de cambiar las percepciones sociales hacia los habitantes de calle. A través de campañas de sensibilización, busca educar a la comunidad sobre las causas estructurales de esta problemática, como las adicciones, la exclusión económica y la falta de redes de apoyo.
El éxito de la Fundación se refleja en las vidas que trasnforman. Más de 250 personas lograron superar la vida en la calle gracias a sus programas, convirtiéndose en ciudadanos activos y autosuficientes.
Sin embargo, hay historias que trascienden las estadísticas. Carlos, por ejemplo, vivió más de 10 años en la calle antes de aceptar ayuda. Su proceso de resocialización fue largo, pero finalmente logró reconstruir su vida, dejando un legado de esperanza.
El trabajo de Samaritanos no termina en las calles. La Fundación desempeñó un papel crucial en la formulación de políticas públicas para la atención de habitantes de calle, contribuyendo a la creación de leyes y programas nacionales que abordan esta problemática desde un enfoque integral.
En la actualidad, el equipo trabaja para ampliar su alcance, sensibilizando a más personas sobre la importancia de ofrecer segundas oportunidades. “Nadie está exento de caer en la calle”, afirman sus líderes, subrayando la necesidad de empatía y compromiso por parte de toda la sociedad.
Para quienes desean contribuir, Samaritanos ofrece múltiples formas de ayuda. Desde donaciones hasta participación en los recorridos de martes, cada aporte cuenta para seguir transformando vidas.
Además, la Fundación invita a los ciudadanos a conocer su trabajo de cerca, demostrando que un acto de solidaridad puede marcar la diferencia.
A lo largo de sus 27 años de historia, Samaritanos de la Calle demostró que es posible transformar realidades a través del trabajo conjunto. En cada recorrido, en cada palabra de aliento y en cada plato de comida servido, esta Fundación sigue escribiendo una historia de humanidad y esperanza para quienes más lo necesitan.
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