Cali, marzo 16 de 2025. Actualizado: sábado, marzo 15, 2025 08:50
Andrés Felipe Potes Molina, sacerdote veterocatólico de la Fraternidad María Madre de los Misioneros, se convirtió en una figura destacada por su trabajo social y espiritual en el Valle del Cauca, especialmente en Jamundí.
Desde una temprana edad, Potes estuvo profundamente influenciado por los valores cristianos inculcados por su familia, en especial por su abuela, Rosa Elena Vásquez, una líder comunitaria en Cali y una de las fundadoras del barrio Mariano Ramos, quien jugó un papel crucial en su formación, enseñándole la importancia de ayudar a los demás.
Este legado de servicio comunitario inspiró a Potes a involucrarse en actividades de liderazgo infantil y juvenil desde muy joven.
Durante su educación en el Colegio San Joaquín en Cali y el Colegio Litecom en Jamundí, Potes participó activamente en el consejo estudiantil y en diversas luchas estudiantiles, buscando siempre mejorar las condiciones para sus compañeros.
“Empiezo a hacer parte del concejo estudiantil desde octavo grado hasta once, donde hice parte de diferentes luchas estudiantiles. En una de ellas se cerró el colegio con candado para lograr llamar la atención de la Administración Municipal, de ese momento, donde nos sentamos en una mesa de concertación para lograr llegar a acuerdos sobre los derechos estudiantiles”, aseguró Potes.
La vocación sacerdotal de Potes surgió durante un período difícil en su vida. En un momento de crisis espiritual, decidió asistir a una misa dominical, donde encontró un grupo juvenil que lo inspiró a reavivar su fe.
“El Señor empieza a tocar mi puerta, después de un desierto espiritual y de no estar constante en la Iglesia. Un día decido ir a una Santa Misa dominical porque no tenía nada más que hacer, decidí escuchar y celebrar aquella Santa Misa, al terminar había un grupo de jóvenes que se reunían para orar y alabar a Dios, desde ese momento volvió a mi esa sed de Dios”, afirmó Potes.
Este reencuentro con su espiritualidad lo llevó a participar en retiros espirituales y a involucrarse en la preparación de confirmación para jóvenes en su parroquia.
Fue en este entorno donde nació su deseo de combinar su vocación sacerdotal con el trabajo social.
Como sacerdote de la Fraternidad María Madre de los Misioneros de Rito Viejo Católico, Potes llevó su compromiso social a nuevos niveles.
Trabajando con jóvenes, niños y adultos, guiándolos en sus proyectos de vida y promoviendo los valores cristianos a través de su ejemplo y liderazgo.
Uno de los mayores desafíos que enfrentó en su trabajo fue la resistencia de algunas personas a sus iniciativas. A pesar de esto, perseveró, confiando en su fe y en el apoyo de su comunidad.
Potes aprendió a superar estos obstáculos, dejando todo en manos de Dios y recordando la importancia de su misión. Este enfoque le permitió seguir adelante a pesar de las dificultades físicas y espirituales.
“Se han presentado dificultades de no seguir adelante con la labor encomendada, donde se desanima uno en seguir con el trabajo social y pastoral por terceras personas, que quizás, quieran poner dificultades en la realización de este trabajo, poniendo trabas o también el desgaste físico y espiritual”, comentó Potes.
Entre sus logros más significativos, se destaca el impacto positivo que tiene en la vida de los jóvenes y niños con los que trabaja.
Muchos de ellos desarrollaron proyectos de vida sólidos y se convirtieron en buenos ciudadanos, gracias en parte a la guía y apoyo de Potes.
Para él, el mayor éxito es ver a estos jóvenes crecer y convertirse en personas de bien, contribuyendo positivamente a la sociedad, afirmando que “desde un granito de arena se han logrado grandes cosas”.
En su trabajo social, Potes colaboró con diversas organizaciones y líderes sociales. Trabajando con personas como Ana Sofía Gómez Páez y su hermano, el sacerdote César Augusto Calderón Caicedo, con quienes lideran procesos juveniles parroquiales.
Potes también forma parte de la Mesa Inter-religiosa del Valle del Cauca y de la Confederación Internacional de Capellanes, CICAP, donde contribuye a la promoción de los derechos humanos y la interrelación entre diferentes comunidades religiosas.
La clave del éxito de Potes en la construcción y mantenimiento de relaciones con diferentes grupos dentro de la comunidad es su testimonio de vida y su dedicación constante.
Siempre busca dar lo mejor de sí mismo en todos los ámbitos públicos, lo que le permitió ganarse la confianza y el respeto de aquellos con los que trabaja.
Su enfoque en la evangelización y la humanización es fundamental para crear un ambiente de colaboración y apoyo mutuo.
El impacto de las iniciativas de Potes en la comunidad de Jamundí es significativo. Logró movilizar a jóvenes y adultos en torno a causas comunes, fomentando un sentido de comunidad y solidaridad.
Andrés Felipe Potes Molina dedica su vida al servicio de los demás, combinando su vocación sacerdotal con un profundo compromiso con el trabajo social.
Su liderazgo, inspirado por su familia y su fe, deja una huella indeleble en la comunidad de Jamundí. A través de sus iniciativas, demostró que el impacto positivo es posible cuando se trabaja con dedicación y amor por los demás.
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