Durante una operación de control en Cali, las autoridades descubrieron dos ‘narcoencomiendas’ ocultas en cajas de cartón que pretendían ser enviadas al departamento de Casanare.

Esta incautación fue posible gracias a la intervención del grupo de Carabineros y Seguridad Rural, quienes contaron con el apoyo de Laika, una canina entrenada en la detección de narcóticos.

Los envíos contenían un total de 70.000 gramos de marihuana, distribuidos en 57 paquetes envueltos en plástico negro.

Estos controles forman parte de los operativos que se realizan de manera constante en empresas de mensajería en la capital vallecaucana, con el objetivo de evitar el tráfico de sustancias ilícitas a través de estos servicios.

La ofensiva nacional contra el tráfico de estupefacientes se enfoca en desarticular rutas empleadas por las redes del narcotráfico para transportar drogas dentro del país.

Este tipo de intervenciones buscan frenar la distribución desde centros urbanos como Cali hacia otras regiones.

Estos operativos también buscan crear barreras a las modalidades de transporte ilegal que los narcotraficantes utilizan para sortear controles más estrictos.

Por esta razón, las empresas de mensajería están bajo monitoreo permanente, dado que su logística es frecuentemente utilizada para ocultar y movilizar drogas en envíos aparentemente legales.

El uso de unidades caninas, como Laika, es fundamental en estas labores, pues su entrenamiento especializado permite detectar sustancias ocultas que pueden pasar desapercibidas en revisiones convencionales.

Este tipo de hallazgos no solo fortalece la lucha contra el narcotráfico, sino que también desalienta el uso de canales comerciales para estos fines delictivos.

La importancia de los animales en la detección de narcóticos

La Policía utiliza animales, principalmente perros, debido a su olfato altamente desarrollado, que puede detectar sustancias que pasan desapercibidas en inspecciones humanas.

Los caninos entrenados en narcóticos identifican incluso pequeñas cantidades de droga escondidas en objetos, maletas o envíos.

Esta capacidad convierte a los perros en una herramienta esencial en la lucha contra el tráfico de estupefacientes.

El entrenamiento de los perros empieza desde cachorros y se enfoca en familiarizarlos con olores específicos de narcóticos como marihuana, cocaína y heroína.

Utilizan técnicas de refuerzo positivo, donde el perro asocia la búsqueda con recompensas, como juguetes o comida.

Estos programas pueden durar varios meses hasta que el animal logra identificar con precisión los estupefacientes en diferentes contextos y situaciones de presión.

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