Cali, octubre 13 de 2025. Actualizado: sábado, octubre 11, 2025 00:44
El río Cañaveralejo empieza a morir cuando llega a Cali; al entrar a la ciudad el índice de calidad de agua (ICA) de este afluente es regular, y al salir de ella es muy malo. Los vertimientos de aguas residuales y basuras y la invasión de su franja de protección en el área urbana le dan al río Cañaveralejo el aspecto de un caño.
Este río nace en el alto del Faro, a 1.800 metros sobre el nivel del mar, en el corregimiento de Los Andes, y en su descenso surca los corregimientos de La Buitrera y Villacarmelo, antes de ingresar al perímetro urbano de Cali para luego desembocar en el río Cauca.
Según Jhon Ánderson Tálaga y Alfredo Jiménez, técnicos operativos de la CVC que se encargan de la cuenca en la zona rural, el río Cañaveralejo no tiene mayores problemas en la parte alta, pues los habitantes de los predios rurales por los que pasa dependen de su agua para consumo y labores agrícolas. Sin embargo, preocupa la creciente presencia de bañistas que acondicionan “charcos” y abren trochas en el área de influencia del río, lo que puede alterar el ecosistema.
Los problemas del Cañaveralejo empiezan al llegar a Cali; en el límite entre la zona rural y el perímetro urbano, en el sector de La Sirena, donde hay un asentamiento irregular en el que habitan al menos 800 familias. Las viviendas de esta invasión, varias de las cuales están construidas en la orilla del río o incluso dentro de su cauce o sobre éste, descargan directamente sus aguas residuales al afluente, al que también arrojan basuras y todo tipo de desechos sólidos.
Este problema traspasa las facultades de las autoridades ambientales, pues implica la relocalización de las familias de este asentamiento, algunas de las cuales llevan hasta 30 años en el lugar, costo que aún no se ha cuantificado.
En este tramo del río, que es su cuenca media, desde los 1.005 metros sobre el nivel del mar hasta los 988, la gente del sector le llama “Cañoveralejo”; allí la cobertura vegetal y arbórea de la franja de protección del río, que legalmente debe ser de 30 metros, ha sido completamente desplazada por la infraestructura domiciliar.
Desde el año 2011, con la participación de la CVC, el Dagma, Emcali, la Dirección de Planeación Municipal y las secretarías de Gobierno y Vivienda se ha buscado una salida para este caso, pero además de las dificultades para articular a todas las entidades y dependencias que tienen competencia en el caso, los aspectos legales, por tratarse de viviendas de invasión, han dificultado el proceso.
“En ese momento se propuso construir un colector para evitar que las aguas residuales lleguen al río, pero Planeación Municipal se opuso, argumentando que esto equivaldría a legalizar estas viviendas”, dijo la ingeniera sanitaria Diana Loaiza, coordinadora de la unidad de gestión de la cuenca de los ríos Cañaveralejo, Lili y Meléndez, de la CVC.
Aguas abajo, al comienzo de la parte urbana, Emcali, el Dagma y la CVC han adelantado algunas obras que han permitido reducir el impacto sobre el río Cañaveralejo. En los sectores Lucio Velasco, Venezuela y Bella Suiza se construyeron colectores a los que llegan las aguas residuales que antes caían al afluente y ahora son llevadas directamente a la planta de tratamiento de aguas residuales, Ptar.
Quebradas en agonía
De las nueve quebradas tributarias del río Cañaveralejo, algunas, las que fueron copadas por los asentamientos subnormales, presentan los mismos problemas; dos de ellas, El Indio y Guarrús, tienen panoramas críticos por cuenta de las descargas contaminantes que reciben a su paso por la comuna 20, en las laderas occidentales de la ciudad.
El problema de la quebrada Guarrús es tal que el 90% es agua residual. Era tal la carga contaminante que este afluente aportaba al Cañaveralejo, que Emcali construyó una estructura (desarenador) para retener los residuos y evitar que llegaran al río.
Finalmente, en un trabajo conjunto de Emcali y el Dagma, se adelantaron obras para evitar que las quebradas El Indio y Guarrús desembocaran en el Cañaveralejo, ambas finalizan en colectores que las conducen a las plantas de tratamiento de aguas residuales, pero en época de lluvias, cuando crecen, sus caudales sobrepasan las estructuras y llegan hasta el río.
Más problemas
Pero no son solo los asentamientos irregulares los que atentan contra el río Cañaveralejo; en plena zona urbana, entre la Avenida Circunvalar y la Calle 3, las riberas del afluente están llenas de basuras.
De allí en adelante el río corre canalizado hasta llegar al Canal Sur, donde también desembocan los ríos Meléndez y Lili, para posteriormente unidos llegar al río Cauca, convertidos en un gran caudal de agua residual y basura, cuya mayor carga contaminante la aporta el Cañaveralejo.
Después de cruzar la Calle 3 el río pierde su identidad por el revestimiento de su cauce, al punto que es referenciado como el “caño de la 50”, pues corre paralelo a la Carrera 50 hasta la Calle 25, donde termina.
En este tramo seis canales pluviales desembocan en el río Cañaveralejo, algo que en teoría no debería representar ningún problema, pero lo es, pues estos conductos, que deberían llevar solo aguas lluvias, también reciben aguas residuales.
Esto se debe a conexiones erradas, que son tuberías de desagüe que deberían estar conectadas al sistema de aguas residuales, pero terminan en el sistema pluvial.
También en algunos puntos del sur de la ciudad el desgaste de la tubería de aguas residuales, termina desviándolas hacia los canales pluviales y, a través de ellos, al río Cañaveralejo.
Aunque aparentemente el mal estado del río Cañaveralejo no tenga impacto sobre gran parte de Cali, sí lo tiene, pues el Canal Sur, en el que desemboca, llega después al río Cauca, aportando una gran carga contaminante antes de la bocatoma de la que se surte el acueducto que abastece a casi el 80% de la ciudad.
El dato
A lo largo de los nueve kilómetros de recorrido del río Cañaveralejo la autoridad ambiental sobre su cauce le corresponde a la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, en la parte rural, y al Departamento Administrativo para la Gestión del Medio Ambiente, Dagma, en la urbana.
Esperanza de vida
Aunque la calidad del agua del río Cañaveralejo en su cuenca media es muy mala, el río aún tiene salvación, pero requiere que todas las autoridades que tienen competencia en los temas que lo afectan actúen de manera coordinada.
Los desvíos de las quebradas El Indio y Guarrús hacia la planta de tratamiento de aguas residuales, así como el trabajo adelantado por el Dagma y Emcali en la detección y corrección de las conexiones erradas han permitido reducir notablemente las cargas orgánicas que llegan al Canal Sur, que son aportadas en su gran mayoría por el río Cañaveralejo, y que pasaron de 800 toneladas en 2006 a 200 toneladas en 2016.
Para el ingeniero sanitario Camilo Vélez, jefe del grupo de recurso hídrico del Dagma, es necesario pensar en infraestructura de saneamiento en el sector de La Sirena sin que esto implique legalizar las viviendas de invasión, o, de lo contrario, podrían pasar 20 años para que se solucione el problema de los vertimientos.
Si el Conpes del río Cauca, aprobado en 2009, se hace efectivo, podría aportar los recursos necesarios para relocalizar a la población que vive en la franja de protección del río Cañaveralejo.
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