Por: Gustavo A. Holguín Lozano
Director Jurídico
Email: gholguin@sfai.co

Estamos viviendo una temporada muy confusa en la actualidad, todos los miembros de la sociedad estamos llenos de emociones y sentimientos que nos abruman, las nuevas generaciones están tratando de adaptarse al cambio, el cual incluye clases virtuales, rutinas de deporte en línea y casi todo a través de medios tecnológicos, otros hemos tenido que modificar nuestros hábitos diarios, esto es, el trabajo en casa, las reuniones con clientes y la forma de socializar por algo diferente a lo que normalmente estamos habituados; para nuestros mayores ha sido mucho más difícil, ya no pueden ir y sentarse en el parque o en los centros comerciales para disipar la vista, de hecho los que cuentan con una mesada pensional han tenido que aceptar el nuevo modo de recibir sus mesadas a través de transferencia electrónica, cuando parte de su rutina consistía en encontrarse con otros conocidos y departir en la eterna fila del banco o en la cafetería una vez terminaran esa odisea.

Empresa familiar

El término “reinventarse” se ha popularizado y todos lo utilizamos así no sepamos con total precisión su definición, y qué decir de la empresa Colombia que a diario vive en una lluvia de ideas para poder sobrevivir en medio de la dificultad comercial y económica. Una prestigiosa firma realizó un estudio en el año 2019 donde indicaba que Confecámaras estimaba que el 86.5 % de las empresas en Colombia son organizaciones de familia, dato por demás interesante para quienes no tenemos empresa, pero preocupante para este 86.5% del total del empresariado nacional, y la pregunta que surge es ¿qué tan protegidos están?

La pregunta nace toda vez que quienes son empresarios, hacen cincuenta mil malabares para sacar a flote sus proyectos empresariales, malabares como combinar el patrimonio personal con el patrimonio empresarial, formula que en circunstancias económicas normales siendo arriesgada, puede funcionar, pero no estamos en situaciones normales, esta inflexión económica que no permite el completo y “normal” funcionamiento de empresas como restaurantes, gimnasios, centros de belleza o estética, bares y discotecas, la pequeña hotelería (hostales), el agenciamiento de turismo y un sinnúmero de pequeñas y medianas empresas de un único dueño o de un par de socios amigos que incursionaron queriendo tener un ingreso adicional o mejor aún, ser independientes, no solo están pasando un pésimo rato, pueden estar a puertas de perderlo todo.

Muchos de ellos son sociedades o establecimientos de comercio en cabeza de una persona natural cuya responsabilidad puede traspasar los límites de esa figura y afectar el patrimonio personal que con esfuerzo se ha construido a lo largo de la vida y el trabajo.

¿Y cómo es esto?

Con la indivisión del patrimonio personal y empresarial, fácilmente se pueden perder de vista los límites entre uno y otro, los riesgos en la empresa de familia son varios, el difícil acceso al sistema financiero para su apalancamiento por el riesgo que representan, los avances tecnológicos, las herramientas digitales y la innovación impactan en la demanda haciendo que las preferencias de los consumidores sean variables pero el comerciante en su afán de no quedarse atrás vincula toda su capacidad económica, incluyendo la casa, el carro y los ahorros por no decir más.

Es por esto que la actual situación nos debe llevar a analizar los nuevos retos frente a la protección del patrimonio familiar y empresarial, ¿cómo protegerlo toda vez que en la actualidad contamos con diversas herramientas que lo permiten? pero las desconocemos, o poco sabemos de ellas; no podemos perder de vista que se deben considerar e identificar los riesgos que tiene el patrimonio de familia frente a contingencias personales tales como el cambio de estado civil de los socios (matrimonios, divorcios, sucesiones), la pérdida de la experiencia por incapacidad o falta definitiva del constituyente antecesor, entre otras situaciones que, a través de una correcta planeación, de la incorporación de protocolos de familia, acuerdos de accionistas y un gobierno corporativo correctamente fundamentado, pueden generar un menor impacto al momento de presentarse la vicisitud, e incluso, retomar herramientas jurídicas tales como la sucesión patrimonial, las herencias, esquemas de protección patrimonial nacional e internacional y, herramientas de planeación que minimicen el factor impositivo, pueden ser la solución a la incertidumbre.

Reclasificar los riesgos

En un país que actualmente, como el resto del mundo, se encuentra golpeado a causa de la declaración mundial de pandemia, pero que casi anualmente se enfrenta a reformas de orden tributario, a la presión de las entidades de control y vigilancia, algunas veces implacables como el caso de la UGPP, es hora de reflexionar sobre la protección de los patrimonios; se debe reclasificar el orden de las prioridades y calificar los riesgos con base en una nueva matriz, considerar las oportunidades que pueden surgir de las contingencias y planear tomando como base este punto seguido que la vida nos ha impuesto.

En SFAI Colombia, es gran satisfacción indicar a ustedes que en medio de la crisis actual que vivimos en Colombia y en el mundo entero, hemos abierto un espacio para atender sus dudas e inquietudes en relación a la protección del patrimonio; escribanos en www.sfai.co, cinta “CONTÁCTENOS” y luego en la de “PQR”, nuestros especialistas estarán disponibles a su requerimiento.

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