Las estadísticas de muertes y contagios por covid-19 se volvieron paisaje. Tal parece que, después de trece meses de la llegada de la pandemia a Colombia, las cifras que indican cuántas personas se contagiaron en las últimas 24 horas con el virus y cuántas fallecieron a causa del mismo se convirtieron en un dato más, como ocurre desde hace muchos años en este país con los homicidios.

Este martes, 20 de abril, se reportó el que es hasta ahora el mayor número de muertos en un día en Colombia por el coronavirus: 429. Sin embargo, la espeluznante noticia se quedó en la frialdad de la cifra, como si se tratara de cualquier cosa menos de la confirmación de que nuestro país está en el peor momento de la pandemia, pero ni este dato ni los cerca de 17 mil contagios diarios así como la confirmación de que las peligrosas cepas del Reino Unido y de Brasil ya están aquí parecen llamar la atención de una ciudadanía que parece haber llegado a su máximo punto de inconsciencia frente a la pandemia.

Aprender a vivir con el covid-19 no significa ignorarlo, sino, por el contrario, tener presente que la amenaza sigue aquí y que, por lo tanto, se deben mantener las medidas de bioseguridad todo el tiempo para evitar el contagio.

Sin embargo, en Colombia, como lo prueban los hechos, ha ocurrido todo lo contrario. La autorregulación ciudadana parece imposible de lograr, al punto que ni siquiera las restricciones impuestas por las autoridades son suficientes para contener a miles de personas que no entienden o no les importan los riesgos de participar en eventos sociales y aglomeraciones.

La mejor forma de no convertirse en un número más en el reporte de muertes por covid es tener presente que el virus no se ha ido y protegerse de él.

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