Escolta de El Rey de la Amapola Escolta de El Rey de la Amapola

Cali, abril 25 de 2024. Actualizado: jueves, abril 25, 2024 17:41

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Relató a Utópicos el día de la captura de su patrón

Escolta de El Rey de la Amapola

Francesco Zucconi | @Escozu
7º Semestre

En su lápida, en el cementerio de su pueblo natal, reza el epitafio: “Bendice señor a nuestra Colombia unida y al Valle, especialmente a mi terruño del alma El Dovio”.

Reconocido y temido en Zarzal, Cartago y Obando, Iván Urdinola, más conocido como El Rey de la Amapola –y también como ‘El Enano’- fue uno de los hombres más importantes del Cartel del Norte del Valle.

El Viejo, uno de los escoltas de Urdinola, era casi como su mano izquierda, pues la derecha era el papá, reconocido por sus cantidades monstruosas de ganado. Cuenta El Viejo que, en una sola tarde, Urdinola padre podía comprar hasta mil doscientas cabezas de vacas y novillos. Todos estos animales adornaban La Porcelana.

La Porcelana es una hacienda de Zarzal, Valle del Cauca. El viejo la describió como un paraíso, pues además de tener más de 300.000 cabezas de ganado, había lago, yates y sembrados de caña. Es más, la finca era tan grande que “se entraba por Armenia, pasaba por Cartago y terminaba en Zarzal”.

El escolta relató a Utópicos el día de la captura de su patrón. Comenzó como una mañana normal en La Porcelana, sitio de reunión de la familia Urdinola y su gente. Esa alborada le dieron a El Viejo una tula que, según él, pesaba aproximadamente 4 kilos. Eran dólares, que tenía que llevar hasta Cali para pagar la fiesta de la noche anterior.

Había sido en el Hotel Petecuy; asistieron más de 300 invitados que festejaron al ritmo de la Ronca de Oro.

Eran fiestas monumentales, con excesos en todos los sentidos. Los cantantes eran de la talla de Diomedes Díaz, Claudia de Colombia, Galy Galeano y Alcy Acosta. El viejo cuenta que “eran mis favoritas, pues hasta traje me alquilaban para que no desentonara con los invitados”.

Antes de salir para Cali, El Viejo dejó su fusil R15 en la sala de la hacienda, esta arma se la había ganado -pues los Urdinola no iban soltando fierros a cualquiera-; se montó en su Mazda 626 nuevo -otro juguete que se ganó por su fidelidad al cartel-, prendió su máquina y salió a saldar la deuda.

Pagó lo que tenía que pagar y se gastó algo de su parte en un burdel de la ciudad. Tuvo que terminar temprano su faena en la casa de citas, pues tenía que estar en La Porcelana antes de las seis de la tarde; Urdinola lo necesitaba para una vuelta:

“Pensé que solo pasaba en las películas. Llegué a la Hacienda, me bajé del carro y me subí al BMW del papá Urdinola. Paramos de noche en un sitio desolado, un guadual a las afueras de Obando, Valle. Me dije a mí mismo: qué gente tan rara, a qué vienen acá”.

El carro parqueó, el suelo estaba pavimentado y había guaduas cubriendo el techo de un garaje gigante. “Se bajaron los Urdinola, y yo también. Vi cómo unas cuarenta personas corrían con linternas grandotas, la iban dejando en el piso, una detrás de la otra a lado y lado, del pavimento”. A los cinco minutos se escuchó un motor, era una avioneta que iba a aterrizar en ese improvisado aeropuerto.

“Luego entendí todo; las luces eran para marcar una pista de aterrizaje, esos manes eran genios”, comenta entre risas. La aeronave bajó del cielo y se metió en el guadual. Todos trabajaban como hormigas. Unos bajaban los dólares que traía, otros les daban de comer a los pilotos, mientras unos más borraban las placas del fuselaje y echaban gasolina. Le pusieron identificación de México, país al que llevaban casi 35 panelas de cocaína”.

Hace una pausa y evoca la Operación Robledo II, en la que se produjo la captura de su patrón, el 26 de abril de 1992:

“Llegamos a La Porcelana en la madrugada. Urdinola despachó a varios escoltas, para poder pasar un rato con su esposa e hijas; solamente nos quedamos dos. A eso de las cuatro o cinco de la mañana timbraron en el portón principal, ‘El Enano’ abrió, eran los de la Dijín. No supe más, pues salí como alma que lleva el demonio, dejé botado al patrón”.

Urdinola fue extraditado a Estados Unidos, donde pagaba su pena cuando fue asesinado -envenenado con la comida según fuentes de la policía estadounidense- dentro de su celda. Los diarios caleños aseguran que fue mandado a matar por su esposa Lorena Henao, alias La Viuda de la Mafia. Así murió Iván Urdinola Grajales, el Rey de la Amapola.

Paradójicamente, hoy ‘El Viejo’ hace trabajos eléctricos a domicilio, cuando la artritis se lo permite, pues luego de manejar millones de dólares terminó casi sin un peso en los bolsillos. Ese adagio que reza ‘el crimen no paga’, tarde que temprano termina haciéndose cierto.

Ivan Urdinola Grajales
Capo del Cartel del Norte del Valle. Líder del clan ‘Los Machos’, principales enemigos de ‘Los Rastrojos’.

Conocido en su pueblo como ‘El Enano’, fue uno de los mayores productores de cocaína y de heroína del mundo. Sus propiedades fueron avaluadas en más de ocho mil millones de pesos. Murió envenenado en su celda. Al parecer este crimen fue planeado por su esposa, quien se quedó con el negocio familiar.

Urdinola les confiaba los asesinatos a los sicarios de El Dovio, Valle del Cauca, pues es oriundo de ese municipio.

Las cabezas de ganado dejaban casi las mismas ganancias que la venta de cocaína.

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