Urbanismo humanizado

José David Solís Noguera

La semana pasada decidí irme a caminar por distintas zonas de Cali -cosa que no hacía hace mucho- y maravillosamente me encontré no sólo con una ciudad que ha avanzado en la humanización de espacios públicos urbanos sino que ha logrado transformar los lugares públicos en ambientes sociales diversos de compartir como es el caso del bulevar del río.

Aunque aún tenemos retos gigantes de rehabilitación visual de los espacios, donde se logre promover seriamente las áreas verdes, los pasos peatonales coloridos y se privilegie al peatón sobre el automóvil, creo que hemos dado pasos importantes en la planificación de una ciudad donde las personas estamos ocupando las calles donde transitan los vehículos privados, como es el caso de la exitosa ciclovía de los domingos.

Me sorprendió ver caminar a personas de todas las edades sobre corredores que anteriormente eran impensables para disfrutar en armonía, en familia y tranquilidad. Personalmente he combatido durante mucho tiempo al enemigo de la pérdida de memoria urbanística y por eso me disfruto ver el progreso de una ciudad que amo profundamente.

Hace un poco más de una década, Cali era una ciudad dispersa y difusa donde no sólo imperaba el automóvil y esos buses “viejos”, sobre otros medios, sino que no teníamos la infraestructura ideal y acorde para que los agentes viales como ciclistas y peatones nos pudiéramos movilizar sin ninguna dificultad arquitectónica.

En la ciudad se han venido reinventando los espacios públicos y por eso considero que, si los ciudadanos nos tomamos los andenes, parques y plazoletas, reconstruiremos socialmente la esencia de la cultura y el respeto que nos caracterizó en otras épocas, donde reinó el civismo ciudadano.

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