La buena suerte de la Contraloría Municipal

Nadie entiende cómo en pleno tercer milenio y cuando llevamos muchos años de vida Republicana, se esté discutiendo la inoperabilidad de las contralorías municipales, en pleno reinado de una Constitución municipalista hasta la perversidad como es la del 91. Pero igualmente ante estos malos momentos donde las instituciones se fragilizan, hacen camino lo que conocemos con el nombre de las figuras salvadoras. Ciertamente en el caso particular de Cali, el pasado reciente no ha sido precisamente el más auspicioso, críticas justas e injustas han llovido, unas veces por odios preconcebidos y otras porque quienes han ocupado el cargo de contralor municipal pretendieron convertir su importante misión en un show mediático o en una plataforma política para soñar alguna vez ser alcalde de la ciudad.

Como no todo es una repetición cíclica, esta postura está siendo quebrantada poco a poco por quien después de mucho persistir llegó a dirigir los destinos del control municipal a base de méritos y sin siquiera generar una sombra de duda sobre sus verdaderos y nobles propósitos. El hoy contralor municipal, Gilberto Hernán Zapata, mi ex alumno en la Universidad Santiago de Cali, brillante, estudioso y persistente, es un mentís a cualquier asomo de politiquería y malas mañas. Los caleños y amigos cercanos me han comentado que su trayectoria académica, su vida pública y sus reconocimientos en ambos escenarios, es una prenda de garantía, para que el control sea para beneficio de la democracia y el fortalecimiento de lo público y no una patente de corzo para salir a reclamar el pago de favores.

Así las cosas, su tesis de humanizar la Contraloría, va a certificar como antecedente lo importante que es haber elegido por unanimidad, como lo fue en el Concejo Municipal, alguien distante de los compromisos clientelares, pero cercano al respeto por las organizaciones políticas que, a pesar de la animadversión de los puristas patológicos, son las que en rigor dan cuenta del manejo del Estado. En fin, la buena suerte le llegó a la Contraloría, para bien de los caleños. f

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