Rosa María Agudelo

El alumbrado

Rosa María Agudelo Ayerbe

El viernes pasado se inauguró el alumbrado en Cali. Las instalaciones y los espectáculos de luces tuvieron un costo de $12 mil millones.

Algunos han criticado esta inversión, pues consideran que la ciudad tiene otras necesidades. No estoy de acuerdo.

Me gusta visitar el alumbrado y cada año veo en los rostros de quienes lo recorren las emociones que les genera.

Sin importar la edad o incluso la condición educativa o económica, el alumbrado les ofrece a los ciudadanos unas horas de esparcimiento en familia. Volvámoslo números.

Supongamos que el alumbrado lo visita un millón de personas, eso significa que a cada uno de ellos la ciudad le dio un regalo de $12 mil.

Un regalo además muy especial porque lo que lo que se vive es una experiencia. Aterricemos, la realidad económica de la mayoría de los caleños no incluye presupuestos para diversión, mucho menos les brinda la posibilidad de asistir a grandes espectáculos. Eso hace tan especial el alumbrado.

Yo no lo veo como un gasto en “decoración” de la ciudad sino como una inversión en un evento gratuito para el disfrute de todos.

Otro aspecto que resalto es el vínculo que se hace entre el alumbrado y las tradiciones de nuestra región, su música y sus personajes.

En ese sentido, el alumbrado se convierte en un elemento que refuerza el sentido de pertenencia y la cultura ciudadana.

También debemos tener en cuenta que Cali es una ciudad que busca ganar un espacio en las alternativas turísticas y que tiene pocos sitios relevantes para los visitantes.

La mayoría de las ciudades del mundo explotan sus alumbrados. ¿Por qué nosotros no?

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