Umberto-Valverde

Buenaventura

La última vez que fui a Buenaventura fue con el Gran Combo de Puerto Rico para el célebre festival que se realiza desde hace tantos años. Nos fuimos en bus, por gentileza de Rommel Caycedo, sobre las tres de la tarde y llegamos sobre las siete. La entrada es fatal.

Después de la presentación, salimos sobre la una de la mañana y llegamos amaneciendo a Cali. No tiene sentido, la burguesía y clase dirigente del Valle nunca fue capaz de hacer una carretera en las dimensiones que se merece el puerto. Una carretera con capa asfáltica desbaratada, traumática, infame.

Chile hizo hace más de 30 años una gran vía para ir de Santiago a Viña del Mar. Caracas es igual, el mar queda cerca porque hizo una enorme carretera.

Cali sería diferente si tuviera a dos horas a Buenaventura. Dos horas exactas. Sin embargo, todavía vemos que todos los congresistas hablan y no hacen nada, que los gobiernos no cumplen. Además esa carretera no es la indicada, demorará más de 3 horas o casi cuatro. Eso no sirve.

Buenaventura, que fue el camino de los discos para llegar a Cali, se convirtió en una ciudad miserable, dominada por todas las fuerzas que se disputan los corredores del narcotráfico. La extorsión es el valor de la vida y la pobreza es absoluta.

Es grato ver que hubo un plantón. Alguien dijo hagamos algo y el gestor es Monseñor, mientras el Alcalde se opone. Es la vieja historia, que saldrá ahora en unas cuántas imágenes, pero que seguirá igual, porque Buenaventura no le interesa al Gobierno Nacional y los ineptos dirigentes del Valle repiten su inoperancia por años y años.

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